¿Qué es un bético? Esa es la pregunta a la que muchos tienen
respuesta, pero ninguna es la definitiva. Para mí, un bético es aquel
aficionado que siente al Real Betis dentro de sí, y que forma una parte
importante en su vida.
¿Y cómo puedo ser más bético? Fácil: no se puede. Nadie es
más bético que nadie. Quien es bético, lo es y punto. No hay escalas. No hay
grados. No hay diferencias. Todos somos el Real Betis, ya sea Balompié, Fútsal,
Femenino o Energía Plus. Todos somos igual de béticos.
Ángel Haro, actual presidente del Real Betis, no es más
bético que Antonio Adán o Joaquín. Ni ellos son más que él. Ni que yo. Nuestro sentimiento
es el mismo. Quizá unos lo sientan más fuerte que otros, pero eso no cambia. Todos
somos iguales. Todos apoyamos a nuestro equipo los 90 minutos que juega cada
semana.
No eres más bético por pertenecer a una asociación bética, o
ser el dueño de una peña bética, o trabajar en un medio bético. No eres más
bético por ser socio, o tener el abono, o recorrerte todo el país viendo los
partidos de tu equipo en directo. Tampoco eres menos bético por no ver un
partido, o dos, o quince. Ni siquiera eres menos bético por vender tu abono
para el Real Betis Balompié – Sevilla FC.
A veces me pregunto si apoyar al Sevilla FC en una final
hace que seas menos bético. Ha pasado, hay béticos que lo han hecho. Es cierto
que ser bético implica ser antisevillista, en todo momento, puesto que para eso
es nuestro máximo rival. Esos béticos simplemente están equivocados, deben
saber que el bético no desea nunca el bien para el equipo rival. Esto es así. Pero
siempre pueden rectificar, el resto de béticos podemos decirles: “Oye, bético,
¡despierta!” Todo esto no quita que, si al Sevilla FC le va bien y gana un
título, se pueda felicitar a un amigo sevillista. Porque yo lo tengo, y aunque
me ha jodido, lo he hecho.
Todos tenemos nuestra opinión. Afortunadamente, vivimos en
un país en el que existe la libertad de expresión (a pesar de que durante los
últimos años haya sufrido reveses). Dentro de esta libertad de expresión, todos
podemos decir nuestra opinión al igual que yo lo estoy haciendo ahora mismo. Eso
sí, la libertad de expresión tiene una condición: el respeto. Respeto a las opiniones
de los demás. Respeto a la dignidad de las personas. Respeto a los que se
equivocan, a los que tienen una opinión distinta de la tuya y a los fallecidos.
Porque una opinión no va a cambiar el mundo.
Si por algo se ha caracterizado siempre el beticismo ha sido
por su infinito apoyo al Real Betis, en todas sus facetas deportivas y
extradeportivas. Yo, personalmente, tengo mi opinión: no me gustan Haro y
Catalán, me siento engañado con ellos, puesto que nos prometieron muchas cosas
y aún no hemos recibido nada. No me gusta que haya tres centrales en nuestro
esquema. No me gusta Piccini, ni Tomás Calero, ni que no hayamos podido hacer
nada con el tema Musonda. Pero cuando juega Piccini, siempre espero que
defienda bien, que suba con velocidad por su banda, que ponga un buen centro y
haga una gran asistencia de gol. Porque es el lateral derecho que, me guste o
no, está jugando. Y lo apoyo.
Las críticas son necesarias, pero siempre desde el respeto. Y
si a ti, bético que estés leyendo esto, no te gusta la planificación de
Torrecilla, dilo. Escríbelo en Twitter nombrando a @RealBetis para que lo vean.
Pero respeta. Es tu director deportivo, y te guste o no, debes apoyarle.
Y, sobre todo, respetémonos los unos a los otros, y en
particular, respetémonos los aficionados los unos a los otros. Insultarnos entre
nosotros no hace ningún bien a nadie. Así que critica, muestra tu descontento,
cabréate porque no te gusta lo que ves, y, si quieres, alégrate cuando tu
equipo gane. No te pido que te calles, ni que estés de acuerdo con este
artículo, tan solo te pido que dejes hablar a todos por igual.
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