viernes, 22 de febrero de 2019

OPINIÓN: UNA OSTIA DE REALIDAD


Soñar es muy bonito y, además, gratis. Pero teníamos razones para ello. Basta con ver el serio proyecto que hemos ido construyendo alrededor de las migajas que quedaban de lo ocurrido hace catorce años. Tras muchos palos sufridos, uno tras otro, el Real Betis Balompié comenzaba a ser ese equipo cuya afición se merecía.

Y todo empezó con la calma en las directivas. Haro y Catalán creyeron en este equipo y sabían que tenían que empezar de cero. Tele, radio, Gol Sur… todo esto eran pistas de lo que venía. Y el proyecto se hizo gigante con Lorenzo Serra Ferrer y Quique Setién.

Esto es así. Un director deportivo que conoce el club a la perfección y un entrenador experimentado y con estilo propio eran lo que necesitaba el Betis. Y funcionó. Las noches en vela mirando la parte baja de la clasificación puede que hayan acabado. Digo puede porque en esto del fútbol nunca se sabe, véase el Málaga el año pasado o este el Villarreal.

Y con la sede de la final de la Copa del Rey en nuestro estadio, todo parecía entrever que esta temporada sería enorme para el Betis. Y de repente… ¡PUM! La realidad llegó. Las vigas del nuevo Gol Sur temblaron y la señal de Betis TV se fue por momentos. El proyecto de crecimiento del Betis se había quedado obsoleto.

Estamos sin ideas. Somos un equipo a la deriva que nos dejamos llevar por la posesión entre los tres centrales. Ese equipo que ve cómo el balón nunca llega al área y que, cuando la pierde, ha dejado suficientes espacios para que corra el rival. Ese equipo que pretende sacar el balón desde atrás sin tener un jugador libre, porque todos están siendo presionados. Da igual quién tengamos delante. Real Madrid o Barcelona. Huesca o Leganés. Stade Rennais. Stade Rennais. Stade Rennais. No consigo quitármelo de la cabeza. Stade Rennais, un equipo sin fondo físico y con un solo jugador importante. Ahora ya no, ahora todos sus jugadores marcarán un antes y un después en la historia del Betis. Porque todos ellos nos dieron una ostia. Y gracias a ellos hemos abierto los ojos.

Nuestra idea de juego ha quedado obsoleta. Ha funcionado durante un año, pero no lo hará durante dos. Todos saben cómo jugarnos. Todos nos dan la posesión y esperan su momento. Y siempre les llega. A Quique Setién ya le conocen, y él no va a cambiar. Pero necesitamos cambiar. Necesitamos adaptar el proyecto a las circunstancias, que ahora mismo son de victoria urgente.

Esta es nuestra realidad. Puede que ya no miremos las posiciones de abajo, pero tampoco veremos nuestro escudo en los próximos sorteos de Europa League. Puede que hayamos hecho un nuevo estadio y que acojamos finales de Copa, pero no servirá de nada si no estamos en ellas. Este proyecto se nos está quedando grande, y nosotros no podemos hacer nada para remediarlo, tan solo quedarnos mirando cómo se derrumba, y entre escombro y escombro, unos octavos de Europa League que tendremos que ver desde el sofá.