Soñar es muy bonito y, además, gratis. Pero teníamos razones
para ello. Basta con ver el serio proyecto que hemos ido construyendo alrededor
de las migajas que quedaban de lo ocurrido hace catorce años. Tras muchos palos
sufridos, uno tras otro, el Real Betis Balompié comenzaba a ser ese equipo cuya
afición se merecía.
Y todo empezó con la calma en las directivas. Haro y Catalán
creyeron en este equipo y sabían que tenían que empezar de cero. Tele, radio,
Gol Sur… todo esto eran pistas de lo que venía. Y el proyecto se hizo gigante
con Lorenzo Serra Ferrer y Quique Setién.
Esto es así. Un director deportivo que conoce el club a la
perfección y un entrenador experimentado y con estilo propio eran lo que
necesitaba el Betis. Y funcionó. Las noches en vela mirando la parte baja de la
clasificación puede que hayan acabado. Digo puede porque en esto del fútbol
nunca se sabe, véase el Málaga el año pasado o este el Villarreal.
Y con la sede de la final de la Copa del Rey en nuestro
estadio, todo parecía entrever que esta temporada sería enorme para el Betis. Y
de repente… ¡PUM! La realidad llegó. Las vigas del nuevo Gol Sur temblaron y la
señal de Betis TV se fue por momentos. El proyecto de crecimiento del Betis se
había quedado obsoleto.
Estamos sin ideas. Somos un equipo a la deriva que nos
dejamos llevar por la posesión entre los tres centrales. Ese equipo que ve cómo
el balón nunca llega al área y que, cuando la pierde, ha dejado suficientes
espacios para que corra el rival. Ese equipo que pretende sacar el balón desde
atrás sin tener un jugador libre, porque todos están siendo presionados. Da igual
quién tengamos delante. Real Madrid o Barcelona. Huesca o Leganés. Stade
Rennais. Stade Rennais. Stade Rennais. No consigo quitármelo de la cabeza. Stade
Rennais, un equipo sin fondo físico y con un solo jugador importante. Ahora ya
no, ahora todos sus jugadores marcarán un antes y un después en la historia del
Betis. Porque todos ellos nos dieron una ostia. Y gracias a ellos hemos abierto
los ojos.
Nuestra idea de juego ha quedado obsoleta. Ha funcionado durante
un año, pero no lo hará durante dos. Todos saben cómo jugarnos. Todos nos dan
la posesión y esperan su momento. Y siempre les llega. A Quique Setién ya le
conocen, y él no va a cambiar. Pero necesitamos cambiar. Necesitamos adaptar el
proyecto a las circunstancias, que ahora mismo son de victoria urgente.
Esta es nuestra realidad. Puede que ya no miremos las
posiciones de abajo, pero tampoco veremos nuestro escudo en los próximos
sorteos de Europa League. Puede que hayamos hecho un nuevo estadio y que
acojamos finales de Copa, pero no servirá de nada si no estamos en ellas. Este proyecto
se nos está quedando grande, y nosotros no podemos hacer nada para remediarlo,
tan solo quedarnos mirando cómo se derrumba, y entre escombro y escombro, unos
octavos de Europa League que tendremos que ver desde el sofá.